En uno de nuestros paseos por el viejo Madrid nos llamó la atención un pequeño balcón que se abre en uno de los arcos de la Plaza Mayor. Un arco que no se abre a calle alguna. Contemplándolo conn calma, vino a nuestra memoria un episodio de amor, celos y adulterio que tuvo lugar en los tiempos en que Madrid era el centro de un vasto imperio.