Nombrar la palabra acueducto hace evocar de inmediato la imponente obra de ingeniería que atraviesa la ciudad de Segovia. Sin embargo, existen numerosas construcciones más que merecen tanta atención que la majestuosa fábrica romana segoviana. Hoy visitamos uno de ellos, desplazándonos hasta La Robla, una interesante localidad leonesa ligada al carbón y al ferrocarril.
Erigido sobre los restos de un acueducto romano, su construcción se inició a finales del siglo XVIII. Su función fue llevar las aguas del río Bernesga hacia las vegas que rodean La Robla y Peredilla. Es conocido popularmente con el nombre de "El Encañao", nombre que reciben las conducciones de agua.
Consta de cuatro arcos. Uno de ellos, mucho más pequeño que el resto, se abre junto a la ribera del río Bernesga, cuyo cauce salvan los dos siguientes. El cuarto se alza sobre la calzada de la calle Mayor, cuyo trazado sigue el antiguo Camino Real entre León y Oviedo. En este punto, la fábrica del acueducto se junta con el muro de contención de la vía del ferrocarril León - Gijón. Por el otro lado, su estructura sigue hasta el arcén de la carretera N-630, la famosa Ruta de la Plata.
Durante el mes abril de 1795, cuando todavía estaba en construcción, pasó por estas tierras el escritor y político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), quien, maravillado por la magnitud del acueducto, dejó constancia en su diario de las impresiones que le dejó la obra que tenía ante sus ojos. Así leemos en la placa conmemorativa colocada por la Junta Vecinal de La Robla en el año 2002, después de la restauración que devolvió a "El Encañao" sus lustres pasados.
Finalizaremos con un apunte literario. A escasos metros del acueducto se alza la casa natal de la escritora Josefina Aldecoa (1926-2011). Lástima que de este dato nos enteramos después de abandonar la localidad.
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