Belém es Historia. Cuna de grandes descubrimientos y sepultura de famosos navegantes, su vida gira en torno al fastuoso monasterio de Los Jerónimos, obra cumbre del del arte manuelino. Hoy nos desplazamos hasta esta bonita localidad, la cual mantuvo su propio ayuntamiento, o concelho, entre 1852 y 1885, siendo hoy una freguesía más de Lisboa.
Durante el siglo XV, Belém era una pequeña aldea próxima al río Tajo, en el que existió un puerto que entraría de lleno en la Historia. Desde aquí saldrían las grandes expediciones que forjaron la Era de los Descubrimientos en Portugal, iniciada por un infante, Enrique el Navegante (1394-1460), entre ellas el viaje a la India capitaneado por Vasco de Gama, cuya tumba se encuentra a los pies de la iglesia del monasterio que hoy visitamos.
Rodeamos su claustro, en el que un arquitecto, el español Juan del Castillo (1470-1552) tuvo un destacado papel. Dos de sus antiguas estancias sobresalen entre las demás: el refectorio, cubierto por una espléndida nervadura gótica, y rodeado de espléndidos azulejos dieciochescos, y la sala capitular, presidida por el mausoleo del historiador y escritor Alexandre Herculano (1810-1877), quien sería el primer alcalde de Belém.
Aparte, en un rincón del claustro, bajo un sencillo pilar cuadrangular, descansan los restos de uno de los más destacados poetas de Portugal, el lisboeta Fernando Pessoa (1888-1935).
Una curiosidad. Tras la exclaustracion de los monjes, algunos de ellos aprovecharon sus conocimientos para sobrevivir. Así, a escasos metros, empezaron a crear unos dulces que, más de un siglo después, siguen haciendo las delicias de los vecinos y de los visitantes. Son los famosos y deliciosos pasteles de Belém.
Rodeamos su claustro, en el que un arquitecto, el español Juan del Castillo (1470-1552) tuvo un destacado papel. Dos de sus antiguas estancias sobresalen entre las demás: el refectorio, cubierto por una espléndida nervadura gótica, y rodeado de espléndidos azulejos dieciochescos, y la sala capitular, presidida por el mausoleo del historiador y escritor Alexandre Herculano (1810-1877), quien sería el primer alcalde de Belém.
Aparte, en un rincón del claustro, bajo un sencillo pilar cuadrangular, descansan los restos de uno de los más destacados poetas de Portugal, el lisboeta Fernando Pessoa (1888-1935).
Una curiosidad. Tras la exclaustracion de los monjes, algunos de ellos aprovecharon sus conocimientos para sobrevivir. Así, a escasos metros, empezaron a crear unos dulces que, más de un siglo después, siguen haciendo las delicias de los vecinos y de los visitantes. Son los famosos y deliciosos pasteles de Belém.
Dejemos ya que hablen las imágenes, presentes en el siguiente vídeo, con el que finalizamos nuestra entrada de hoy, como es tradición en esta humilde bitácora.
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