Hay rincones dentro de nuestra geografía en que la sfuerzas y energías telúricas se muestran en todo su esplendor. Por ello, los pueblos de la antigüedad los tuvieron como lugares mágicos y de culto, en los que, en mayor o menor medida, su huella se mantiene patente. Uno de estos sitios, conocidos como "lugares de poder”, es el paraje de la Cueva de la Santa Cruz, a escasos kilómetros de Conquezuela, una pequeña aldea de la provincia de Soria. Hasta allí nos desplazamos hoy con la intención de conocer de cerca aquel peculiar lugar.
La Cueva de la Santa Cruz se encuentra junto a la carretera de Miño de Medinacelli, a escasos metros el río Bordecorex, sugerente nombre que evoca inequívocamente a los antiguos pueblos celtas, abierta en una barranquera de piedra caliza. A su lado se abre un amplio campo de sembrados en los que, hasta la década de 1960 estaban ocupados por una extensa laguna, desecada con fines agrícolas. No puede el viajero evitar cierto desconsuelo al imaginar la gran belleza que podria tener el lugar de haberse conservado el humedal.
La forma de la cueva recuerda al útero femenino, y un reguero de agua, fuente de la vida, nutre una pequeña oquedad natural abierta en el suelo. En sus paredes se distinguen diferentes figuras antopomorfas, pero el elemento más importante de esta gruta es, sin duda, el millar de cazoletas grabadas en ellas, de las que no se tiene claro cual puede ser su significado.
Una losa, en el suelo, de la cueva nos hace detenernos. En ella se hallan hgrabados diversos símolos, y una fecha, 1868. ¿Una posible lápida sepulcral, bajo la cual puede que aún reposen los huesos de su propietario?
La religión católica quiso cristianizar los viejos lugares de poder, y en esta cueva no fue diferente. La prueba la tenemos en la magnífica bóveda de cañón de estilo románico que corona su techo. Una vez visitada la gruta, nos detenemos brevemente junto a una formación granítica situada junto a la calzada de la carretera. Nos hallamos ante un antiguo altar de sacrificios celta, para quienes este paraje era uno de aquellos "lugares de poder" que dedicaban a sus deidades.
Unos metros más al oeste advertimos otro de estos altares, pero conservado que el que acabamos de contemplar. Podemos advertir que las surcos y canaletas de ambos altares se inclinan en direción a la antigua laguna, por lo que la deidad a la que se aquí se adoraba habitaba en el interior del lago, creencia muy extendida entre los pueblos celtas.
No abandonamos Conquezuela sin echar un breve vistazo a la ermita de la Santa Cruz, erigida en el siglo XVIII, en cuya arquitectura no encontramos ningún elemento digno de reseñar. Normalmente se encuentra cerrada, por lo que no podemos visitar su interior.
Por último, apuntemos que en lo alto del promontorio, más o menos sobre la ermita, se hallan algunas tumbas antropomorfas de origen medieval.
Como es habitual en esta página, ofrecemos a continuación un vídeo con más fotografías de este lugar lleno de historía, energía y magia.
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