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lunes, 21 de enero de 2019

El Castillo de Monsanto

Cuentan las crónicas que, durante un asedio al castillo de Monsanto, el hambre y la falta de víveres hacían ya mella en el ánimo de los sitiados, quienes tan solo disponían ya de un montón de trigo y una vaca. Entonces, en mitad de esta situación tan poco halagüeña, alguien ideó una estratagema: dar de comer el trigo a la vaca y arrojarla posteriormente desde lo alto de la muralla. El animal, al caer desde las almenas reventó a causa del impacto, esprciéndose el grano por los alrededores. Los sitiadores, al ver que la vaca estaba bien alimentada y que los sitiados la tiraban sin ningún miramiento, creyeron que el alimento era más que abundante en el interior del Castillo, dándose por vencidos y levantando inmediatamente el asedio.

El Castillo de Monsanto se encuentra en la cima de un monte de granito, que los geólogos denominan como ilsenberg, o monte isla. Poblado desde la época del Paleolítico.
En nuestro pronunciado ascenso llegamos pronto a los primeros vestigios humanos: los muros del primitivo castro lusitano. Posteriormente, Monsanto sería ocupado por romanos, visigodos, árabes y cristianos. 
Llegar a su puerta supone un relativo esfuerzo, "trepando" por los bloques graníticos que darían forma tanto al castillo como a la aldea. Atrás dejamos restos de las viejas construcciones lusitanas, llegando a los 'Penedos Juntos", dos enormes bloques de granito tras los cuales se abre un paisaje absolutamente maravilloso.

No tardaremos en llegar a las ruinas de la capilla de São Miguel, significativos restos de un temple románico del que tan solo nos falta el tejado, manteniéndose el resto de sus muros en buen estado.  A escasos metros, dos oquedades en forma de tumbas antropomorfas, nos revela una necrópolis, probablemente de origen visigodo. 
El acceso al interior del castillo se nos revela en forma de puerta cuadrangular, dispuesta en ángulo, a la manera árabe. En una de sus esquinas, una saetera nos indica que aquel que quisiera tomar Monsanto por las armas no tendría fácil su empresa. No obstante, el castillo de Monsanto tiene a gala el no haber sido nunca conquistado militarmente. 
Una vez traspasado el acceso, accedemos a un recinto de dos patios consecutivos en los que, mediante sendas escaleras, podemos acceder a los antiguos adarves y paseos de ronda. Es en el Segundo en el que encontramos la capilla de Santa María do Castelo, construida en el siglo XVII y reconstruida en el siglo XX, así como un interesante pozo abierto junto a una de los característicos bloques de granito que abundan en Monsanto.

En un lateral de la muralla que rodea el recinto se abre un pequeño arco de medio punto: la Puerta Falsa de la Traición.
La subida a la Ciudadela nos lleva hasta un cono de hormigón que no es otra cosa que un vértice geodesico en el que están marcados los puntos cardinales. Desde allí obtendremos unas vistas espectaculares del entorno del Castillo y de la propia aldea de Monsanto, que se extiende bajo nuestros pies, en la ladera del monte.

Tras disfrutar de las vistas, regresamos al patio y nos disponemos a abandoner el Castillo, no sin detenernos durante unos segundos en uno de los sillares del muro, en el que podemos leer la inscripción siguiente:
"A HISTÓRIA DESTE CASTELO FOI RECORDADA COM GRATIDÃO PELOS PORTUGUESES DE 1940"
Tras abandonar el recinto del Castillo, regresamos a Monsanto, localidad que visitaremos con calma antes de emprender una nueva ruta, de la que hablaremos en una próxima entrada, en dirección a Idanha-a-Velha, la antigua Egitania romana.
En nuestro canal de YouTube está disponible el siguiente vídeo, con un completo reportaje fotográfico del castillo de Monsanto. 


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